En el negocio de los restaurantes existe un sexto sentido que
te dice el por qué sólo algunos restaurantes tienen magia.
Al igual que un actor afronta cada noche con fantasmas del
miedo escénico. Un chef o dueño de restaurante, no se libra del pánico a
fracasar cuando se dispone a abrir un restaurante y al pasar los días, ve que
no viene nadie.
Quizá a este Chef le falte el sexto sentido que es algo que
el propio de alguien que se dedica a estos negocios, incapaz de controlar y que
hace, no se sabe exactamente por qué, que un establecimiento llegue a funcionar
bien o no , al margen de que el trabajo se haga bien, tenga encanto y el precio
sea adecuado.
Este sexto sentido te lleva a apostar por zonas que pueden
llegar a revalorizar o, por lo menos, a situar en las rutas gastronómicas.
El sexto sentido te lleva a dos cosas esenciales: la oferta
culinaria y a elegir un buen equipo; también están los permisos, las obras, los
vecinos, el interiorismo, la vajilla, las tipografías del cartel, la publicidad
o de la carta... Y aun dejándose la piel en cada detalle y tratando de hacerlo
lo mejor posible, sólo hay algunos restaurantes, muy pocos, que tienen magia.
Estos son algunos de los misterios que te revelan el 6°
sentido, pero la clave de 6° sentido se puede resumir en un punto. Hacerlo todo
de tal manera que el instinto del cliente, que al final es el que elige a donde
va, recuerde aquellos sitios en los que le tratan bien y se siente como en
casa.
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