GASTROHOTELES

En España muchos de los mejores restaurantes de encuentran en los Hoteles. Bien porque los Chef son número uno o bien porque un Chef n° 1 alquila el restaurante del Hotel. Aquí en Santa Cruz todavía no se da la segunda premisa. Si la primera, tenemos Chef muy buenos en los tradicionales y recién estrenados hoteles de 5 estrellas de nuestra ciudad.

Esto se nota en dos cosas que los centros de convenciones de estos hoteles gozan de un menú excelente y que sus restaurantes, ya sea formato brunch, buffet o a la carta el nivel es estratosférico.

Comenzaremos hoy, en esta sección,  una serie de notas intentando dar pistas de estos “Gastrohoteles”. Comencemos por el más antiguo, Los Tajibos, ya es famoso su bufet de medio día que es muy apreciado y es una buena solución para un almuerzo empresarial rápido.

Con vista a la piscina en la terraza “gaudinista” del hotel de Equipetrol disfrutas de una muy variada plaza de platos fríos y calientes y su núcleo central, para optar los viernes, por un festival de pastas in situ con cuatro salsas los viernes.

Luego están lo que le llamo yo “cofres sorpresa” que guardan tesoros del mar del rio o lago y de la tierra; estos varían todos los días. Por un lado están los tesoros como las carnes al estilo nacional, o bien los pescados amazónicos, todo ello aderezado de acompañamientos que van desde el arroz, papas, verduras y legumbre.

Y si por ahí no le va la cosa, puede tomar el camino de los ceviches, cusas, tiraditos y las ensaladas variadas ya preparadas o bien aderezadas a su gusto.

Y así como el que no quiere la cosa, el sábado se sirve con un horario extenso el Brunch cerca de la piscina, preparado para paladares exigente y si le faltará poco en esta todos los domingos tiene a mano un variada parrillada campestre.

Una de las constantes en la oferta gastronómica en Los Tajibos son los postres aquí sí que hay que marcar un antes y después en el nivel de este establecimiento hotelero, que por ende es un santuario gastronómico. Seguiremos hablando de Hoteles mejor dicho de “GastroHoteles” que vale la pena comer sin dormir.