El pasado sábado tuve la gran
suerte de disfrutar, en casa de mi amigo Lucho Granier, de un codo a codo con Cees
van Casteren uno de los 300 “Master of wine” del mundo. Si habláramos de fútbol
podría deciros que estuve con un jugador de ligas mayores.
Además le tocó a quien escribe,
cocinar para para un “Master of Wine” holandés crítico gastronómico mientras conversábamos
de vinos bolivianos, y otras fruslerías gastronómicas.
En cuanto a la casa de Lucho
podríamos concebirla como “la catedral de la gastronomía”, pues el diseño su
casa donde el corazón es una cocina living, sitting room, cuarto de estar antesala
del jardín y umbral de la bodega.
Por tanto cuando uno cocina en
este peculiar habitat, es la atención de todas las miradas, eres el centro y la
gente se coloca alrededor tuyo, se sienta en un toco cómodo y alto, en una mano
alza la copa Riedel y con la otra va picando de lo que sale de la sartén,
mientras la conversación fluye entre aromas de especies asiáticas, el humo que
desprenden los camarones, el hervido de verduras, caldos y los sofritos y
ahogados que estás trajinando.
Mi suerte ante tal eminencia como
Cees Van Casteren fue atreverme con un risoto de “cosecha propia”, es decir: le
pongo lo que me sale de las narices, y como las narices no son las mías sino
las de Lucho con producto de primera le arremetí a la olla gama francesa “Le
Cresuet”, hongos, pimentón rojo y verde, tinta de calamar, camarones aderezados
con vino, mantequilla y crema de leche sal del mar muerto pimienta negra y un
curry especial para arroces.
El resultado después de batallar
con el arroz y estos elementos que nadaban en un caldo de crustáceos fue a
nivel del mejor restaurant de la zona, y no lo digo yo lo dijo el ínclito
holandés, las loas fueron inmerecidas.
En conclusión la casa de Lucho
Granier quedó nominado como el mejor restaurant de Santa Cruz. La pena para ustedes,
es que sea privado, tendrán que grajearse su amistad para probar uno de estos
festines.
Si esto fue lo mejor, lo excelso
todavía no había llegado, comenzó en la sobremesa hablando de vinos singanis y
otros mostos, donde Cees van Casteren desplegó toda su sabiduría y nos dio una
“matricula cum laude” al Tannat y al Malbec boliviano. Y como no, al Singani.
En resumen a veces lo mejor es
cenar en casa, eso si en Casa de Lucho y Cecilia, acompañado de un Master Wine.EN PAPEL:
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