Si en Santa Cruz tuviéramos un
restaurante con lo que se sirve en el palacio de Versalles, para cenar
comenzaríamos con una sopa.
A partir de próximo enero, si
viajamos a Francia podemos cenar en el Palacio de Versalles por 40 euros,
con el
aura real del menaje de la
Antigua Fábrica de Limoges, la cristalería artesanal, la cubertería de plata,
mantelería bordada de hilo e incluso los camareros –ataviados con librea de
época- para convertir la cita en una experiencia gastronómica.
El menú comenzaría con una sopa,
no con una sopa de maní, sino de gambas y crustáceos, luego alcachofas con lentejas del huerto de
Versalles y trufa blanca, le seguirían
croquetas de pies de rana, vieiras y caviar, foie gras roti, el bouchée a
la Reina (un plato clásico francés hecho con pollo, setas y salsa bechamel) o
un sorbete de agua de rosas.
Unas tres horas de cena regadas,
obviamente, con Dom Pérignon P2 1998 y Dom Pérignon P2 Rosé 1996, servido a
diferentes temperaturas para subrayar su mineralidad, su intensidad y su
precisión.
Consejos para paladares
principiantes en este tipo de cenas. La mejor temperatura para beber su champán
son los 11-12 grados no lo hagan con copa de flauta allí se lo servirán con
copa ancha para que ayude a su expansión
en la boca y apreciar mejor el champán, de la otra manera lo primero que toca
es la punta de la lengua.
Nos comentan que el menú
evolucionará dependiendo de las estaciones y de los gustos de los comensales,
que para eso el cliente manda. Pero no todos podrán comer como reyes: solo se
realizarán para un mínimo de dos personas y un máximo de 80 bajo reserva
previa.
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