En el siglo XIII los que
repartían el correo tenían la costumbre de entrar en las tabernas para dejar las cartas y ser
invitados a un vaso de vino. Pero cuando
el cartero hacía más de dos o tres paradas, el correo podía llegar tarde, mal o
nunca.
Alfonso X El Sabio, reconoció
este problema, y obligó, por ley, a que con cada consumición alcohólica se
proporcionara una pequeña ración de comida, que se ponía en un plato y sobre el
vaso, para evitar que en él entraran insectos y otros elementos no deseados. A
este platillo se le llamó tapa.
Ahí tenemos pues las famosas
tapas españolas que podemos encontrar en muchos restaurantes de estilo español
que hay en Santa Cruz, cabe destacar como deliciosas las tapas que realiza el
chef Chris Zanella en su restaurante de la Monseñor.
Quizá más auténticas sean las del
Mesón de Sancho, las de Manolito y de la Casa de la Paella. Si bien con la
cocina actual las muchas porciones y chicas suelen ser cómo tapas este es el
caso de los restaurantes más “in” de Santa Cruz como Haba o Dossier que
esperemos que vuelva a abrir en unas semanas.
Pero hablando de vino, Si hay
algo que tiene el vino es que promueve la conversación. Con una o dos copas encima
la gente se suelta para hablar sobre infinidad de temas, desde sentimientos a
fútbol, política y el propio vino. Por eso es bueno formarnos en la cultura del
vino que algunos pretenden convertirlo en la aventura o conciliábulo del vino.
Me gustaría hoy y en siguientes
columnas, tumbar algunos tópicos sobre vinos que son perfectos temas de
conversación. Como por ejemplo decir que el vino engorda
El vino es alcohol es calórico. Y
una copa de blanco seco se estima que aporta unas 70 calorías, mientras que en
un tinto la cifra asciende a 100. Números más bien bajos. Tanto, que con estos
guarismos conviene preguntarse más bien por lo que se come antes de averiguar
sobre lo que se bebe.
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