La comida de negocios en ciudades
emprendedoras cómo Santa Cruz está al orden del día, reunirse para conocerse
futuros socios, cerrar contratos o celebrar encuentros empresariales, es entre
otras cosas, lo que se busca en este tipo comidas.
Para que tenga éxito, lo primero
es buscar el restaurante idóneo, y que reúna las condiciones de privacidad y
confianza para las empresas. Un restaurante es como una segunda oficina; y en
él se tiene que ver casi la prolongación de su empresa, por el estilo, tipo de
comida, discreción, amistad con el
dueño… etc., es una pena que casi ningún restaurante en Santa Cruz cuente con
salas reservadas para realizar este tipo de comidas, que es lo normal en
Europa.
Me gustaría hoy darles unos “tips”
para que tenga en cuenta en este tipo de comidas. El anfitrión debe llegar
antes y, si se retrasa, asegúrese de que reciben a su invitado en su nombre.
La conversación es algo muy
importante, se puede empezar con cosas triviales, si el invitado es foráneo se
puede hablar aspectos turísticos o sociológicos de la ciudad donde nos
encontramos. El vino que pedimos es una buena excusa para comentar al comienzo,
hablando de sus características enológicas. Está vetado hablar de política, sexo,
religión o dinero. Hay que ser profesional.
¿Qué pedir? El vino siempre corre
por parte del anfitrión, intentando pedir productos nacionales si estos están a
un buen nivel. Si es usted el invitado, no pida lo más caro, da muy mala
imagen, déjese llevar por las sugerencias del chef. En general no atiborrarse
con la comida.
Luego se puede entrar ya al
asunto que les trae a esta comida de negocios, pero dejando el cierre de los
acuerdos profesionales para el despacho.
¿Quién invita? El anfitrión,
siempre. Hay excepciones, como algunos jóvenes emprendedores, que pueden omitir
el protocolo y pagar a medias.
Los restaurantes que se precian
en recibir este tipo de ágapes ganan su prestigio no sólo por el buen yantar,
quizá lo más importante es: Oír, ver y callar, los meseros deben ser
cautelosamente imperceptibles y no interferir en absolutamente nada. Ahí está
la clave de un buen restaurante para albergar comidas de negocios.
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