Quiero hoy repasar algunos de los
abusos más comunes que se producen restaurantes y hacen que estos, algunos con muy buena comida, no remonten el
vuelo y acaben cerrando.
Por ejemplo el morir esperando a
que le tomen nota; si yo llego a un
restaurante y pasan más de 5 minutos y el mozo no se ha dirigido a mí, me
levanto y me voy. Morir esperando la
bebida, el primer plato o la cuenta. Acuérdese de aquel dicho “Quien espera
desespera y lógicamente no se lleva buen recuerdo del local, y no regresa”. Así
pues un servicio con retrasos y con mala coordinación entre sala y cocina nos
puede causar auténtica desesperación. Este es uno de los típicos errores de los
restaurantes novatos.
En estos casos algunos valoran
irse sin pagar o presentar una hoja reclamación, y ahora lo que es peor: usar
las redes sociales para explicar lo que nos ha pasado. Es una cuestión de sentido común. Si no
quejamos ante estos despropósitos, ante restaurantes que se creen la “mama de
Tarzán” y son unos desastres, nunca mejoraran y les estamos haciendo un flaco
favor al sector.
Otro de los errores de los
principiantes es dar gato por liebre, yo he visto un restaurante del interior
ofrecer langosta y no era langosta; era
cascara de langosta rellenada de pollo con abundante salsa golf.
Y no digamos cuando en estos
locales ir al baño, una experiencia sólo para valientes. Creo que todo esto
pasa porque no tenemos cultura gastronómica y no hay una guía que nos diga a
ciencia cierta lo que pasa de verdad en los restaurantes bolivianos.
Por esos motivos y porque hemos
recibido esta petición de nuestros lectores, nos comprometemos a elaborar en
2017 la primera guía gastronómica para Santa Cruz, al estilo Michelin para
acotar estos asuntos que aquí citamos sin contraprestaciones comerciales y
escrita con parámetros exclusivamente profesionales ya que de lo contrario perderíamos
la objetividad.
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