Si en Florencia, el mármol de
carrara, de convertía en esculturas gracias a Miguel Angel. En Piegari, la
carne se convierte en una “obra de arte gastronómica”, gracias a los consejos y
la sabiduría de Guillermo Vanucci.
El “factótum” de Piegari, estuvo durante unos
días al cumplir este restaurante su primer año de vida en Santa Cruz “tomando
el pulso” al restaurante y analizando estos
primeros 12 meses de vida.
La respuesta a su mentor Jorge
Calvo no podría ser mejor, Piegari Santa Cruz goza de muy buena salud, no
podían haberlo hecho mejor.
Hace unos días tuve la gran
suerte de conocer el “alma del restaurante” y descubrir cosas que desconocía
hasta ahora, y que me han hecho valorar aún más el gran concepto que tenía de
este local.
Guillermo Vanucci además de Chef,
ejerce de “tiralíneas” gastronómicas en el prestigioso Diario argentino El
Clarín, y nos ha dejado claro lo que en Santa Cruz teníamos confuso: el concepto.
Piegari no es un restaurante internacional,
que lo es. Piegari no es un restaurante Italiano, que lo es. Piegari no es un
restaurante de risottos y pasta, que lo es. Piegari es esencialmente un
restaurante de carnes.
No en vano cumplido su primer
año, el rotulo del restaurante ha sufrido un cambio, se le añadido la palabra
carnes. El restaurante se llama Piegari CARNES, o sea que estábamos “más despistados
que un pulpo en un garaje”.
Y cuál es el secreto para que
este sublime restaurante al año de su existencia se denomine “Piegari carnes”;
pues muy fácil, en su trastienda se trata la carne como si fuera una obra de
arte, en sus cámaras de 2 a 4 grados descansa una excepcional materia prima
cortada y seleccionada en exclusiva para Piegari, el trato que recibe allí la
carne es de “hotel de cinco estrellas”, luego una vez se ha seleccionado,
macerado, si es necesario, cada corte tiene su ISO particular para acabar en la
parrilla donde el calor cocción no debe superar, ni un grado de más ni uno de
menos.
Y de la parrilla a la mesa llega
con toda la información y el buen servicio propio de la profesionalidad del
restaurante; para ser saboreada,
maridada y piropeada como si de un Van Gogh en el museo de l´Orsay se tratara.
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