Un buen restaurante tiene que
tener su mística y Jardin de Asía la tiene; la sala diseño del intimista
arquitecto Menacho y el concepto que
tiene Jorge Calvo del servicio, se sincretiza con la parte gastronómica de Jaime Barbas.
El concepto es único en Santa
Cruz, por eso está cómo número uno en los ranquins internacionales de los restaurantes de Santa Cruz.
Uno puede preguntarse qué es lo que les hace diferente. Yo diría
que se trata de una gastronomía antropológica, es decir un arte del comer
enfocado exclusivamente a la persona. Por un lado a la persona interna, es
decir a los empleados, y por otro a la persona externa: los clientes.
Jardín de Asía no deja de ser un
galpón, pero un galpón con ambiente mágico, como dice Arcadio Espada “recuerda
los hangares portuarios donde el teatro 'sixty' rompió con la ceremonia
italiana”. El ambiente tiene un alma especial hecha por personas para las
personas.
Y gastronómicamente hablando, la
innovación les lleva a la investigación y si es necesario ir hasta San Juan de
Yapacani y meterse en las lagunas de los japoneses para como buenos 'sushiman'
coger un pez vivo, los hombres de Jorge lo hacen; y ahí está el resultado: lo sublime.
Los restaurantes espectáculo han
existido siempre. Pero aquí desde la recepcionista a los cocineros, el hombre
del vino, el jefe de sala y los camareros son magníficos actores y la comida el
argumento. El menú nuevo menú de
Jardin de Asía es largo y estrecho ha roto con la monótona masticación de lo
mismo. Se llega a platos sublimes cuyas texturas, armonizan con los sabores y
los aromas, tal es el caso de las empanaditas de keperi con fondo de manzana o los sushis migichurris kamikase, o los dragon balls
Este nuevo nuevo menú además de
nutrir el cuerpo principalmente nutre el
espíritu. Una buena carta a mano, pues, para Navidad.
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