Te aconsejo que, hoy día de Navidad,
te metas dentro del Belén de tu casa, como un personaje más. Primero, miras un
rinconcito de este ingenuo paisaje con montañas de corcho y ríos de cristal
rezumando nieve de harina y te imaginas la escena del día en que nació el niño
Dios, que te servirá para recogerte y meditar.
Después aplicas el entendimiento,
para considerar aquel rasgo de la vida de la Virgen, de José y del niño, y de
todos aquellos que pululan cerca de la cueva donde nació el Salvador, pastores,
lavanderas, leñadores, carpinteros, viajantes, niños que juegan …. Tres Reyes y
sus cortejos palaciegos… y el demonio enojado porque se producía el gran
milagro de la Redención.
Quiero llevarte por caminos de
teología pero también de gastronomía, y como un personaje más, ver que comieron
en aquel día estas figuritas de barro, cada una en su escena.
Los pastores, seguro que tomaron
unas buenas sopas con vino, muy calientes pues el frio apretaba aquel día en
Israel. Los viajantes entraban en el mesón, que no dio cobijo a la familia de
Nazaret, para engullir un buen chanchito al horno. Los trabajadores, ya sean
carpinteros, lavanderas o leñadores deberían reponer fuerzas con ensaladas pan
de trigo, carnes picadas y ahogado de
tomates, cebolla y ajo.
¿Y qué es lo que comerían aquel
día maría José y el niño?, el niño obviamente tomaría del pecho de su madre,
Maria fatigada por el parto no estaría para muchos banquetes y José cansado del
trajín y alegre del nacimiento de su primogénito, seguro que le dio a la bota
de vino, y en el fuego del fogón cocinaría unas gachas con pollo.
Hoy como un personaje más, quiero
rendir homenaje a todos los hombres y mujeres que trabajan en los restaurantes de Santa Cruz y les invito
queridos lectores, que en estos días no dejes entrar en alguno de ellos para
celebrar el milagro del Amor en familia. Feliz Navidad ¡
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