Sin lugar a dudas la Navidad es
esencialmente gastronómica. ¿Por qué? Es
obvio, si hay alegría si hay felicidad por el advenimiento del niño Dios, es
lógico que se plasme en el regocijo de un festín. En la sociología humana, que
es donde tenemos que ubicar la gastronomía, la alegría va unidad a la
celebración y la fiesta tiene unos elementos imprescindibles la comida y la
bebida.
En estas fiestas Navideñas no
pueden faltar en nuestras mesas aquellos alimentos propios de la tradición de
la gastronomía Navideña y el brindis, por otro tenemos que tener aquello que
por ser un lujo o capricho no está habitualmente presente en nuestros ágapes.
Lo que la tradición marca, en la
comida, la picana, lechón al horno, las masas como los panetone de origen italiano y buñuelos,
chambergos, turrón mazapanes y
soplapillas.. Podíamos nombrar un sinfín de elementos que están sobre nuestras
mesas. Y lo que nunca falta es el brindis.
El origen del término brindis se
remonta al siglo XVI, y tiene como motivo la celebración de una victoria del
ejército de Carlos V sobre su oponente. Los mandos militares llenaron sus copas
de vino, las alzaron al frente y dijeron la frase "bring dir's", yo
te lo ofrezco.
Otros lo sitúan más lejos en tiempos de los griegos, y tiene que ver con
la muestra de confianza del anfitrión con sus invitados. Brindar bien es todo
un arte antes se intentaba que al chocar las copas los contenidos entraran en
la copa del que golpeabas, era por si una copa estaba envenenada repercutiera
en el autor de la maléfica acción. Ahora solo el ademán se tiene como correcto
y educado.
El brindis tiene que ir
acompañado con palabras o con una palabra Es costumbre también a la hora de
brindar decir alguna palabra o expresión como salud, cheers, proischt, saude,
salute, santé, etc.
Nunca se brinda con agua, la
bebida para el brindis tiene que ser Champagne, espumante o cava o bien un vino
y bebidas alcohólicas. Brindar es todo un arte, y en navidad es Amor.
En los grandes banquetes y
convites que los más pudientes organizaban para su deleite o en honor de
alguien, los criados servían en las copas a todos los invitados y el anfitrión
alzaba su copa y tomaba un trago, como señal de que aquella bebida era buena y
no tenía veneno alguno. Por aquel entonces, la mejor forma de eliminar a los
enemigos era envenenar la bebida.