miércoles, 24 de diciembre de 2014

¿POR QUÈ BRINDAMOS EN NAVIDAD?

Sin lugar a dudas la Navidad es esencialmente gastronómica. ¿Por qué?  Es obvio, si hay alegría si hay felicidad por el advenimiento del niño Dios, es lógico que se plasme en el regocijo de un festín. En la sociología humana, que es donde tenemos que ubicar la gastronomía, la alegría va unidad a la celebración y la fiesta tiene unos elementos imprescindibles la comida y la bebida.

En estas fiestas Navideñas no pueden faltar en nuestras mesas aquellos alimentos propios de la tradición de la gastronomía Navideña y el brindis, por otro tenemos que tener aquello que por ser un lujo o capricho no está habitualmente presente en nuestros ágapes.

Lo que la tradición marca, en la comida, la picana, lechón al horno, las masas como  los panetone de origen italiano y buñuelos, chambergos, turrón mazapanes  y soplapillas.. Podíamos nombrar un sinfín de elementos que están sobre nuestras mesas. Y lo que nunca falta es el brindis.  

El origen del término brindis se remonta al siglo XVI, y tiene como motivo la celebración de una victoria del ejército de Carlos V sobre su oponente. Los mandos militares llenaron sus copas de vino, las alzaron al frente y dijeron la frase "bring dir's", yo te lo ofrezco.

Otros lo sitúan más lejos en  tiempos de los griegos, y tiene que ver con la muestra de confianza del anfitrión con sus invitados. Brindar bien es todo un arte antes se intentaba que al chocar las copas los contenidos entraran en la copa del que golpeabas, era por si una copa estaba envenenada repercutiera en el autor de la maléfica acción. Ahora solo el ademán se tiene como correcto y educado.

El brindis tiene que ir acompañado con palabras o con una palabra Es costumbre también a la hora de brindar decir alguna palabra o expresión como salud, cheers, proischt, saude, salute, santé, etc.

Nunca se brinda con agua, la bebida para el brindis tiene que ser Champagne, espumante o cava o bien un vino y bebidas alcohólicas. Brindar es todo un arte, y en navidad es Amor.

En los grandes banquetes y convites que los más pudientes organizaban para su deleite o en honor de alguien, los criados servían en las copas a todos los invitados y el anfitrión alzaba su copa y tomaba un trago, como señal de que aquella bebida era buena y no tenía veneno alguno. Por aquel entonces, la mejor forma de eliminar a los enemigos era envenenar la bebida.


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