viernes, 11 de julio de 2014

ES MOMENTO DE CELEBRACIONES

Con el mundial en sus últimos coletazos llega la hora de las celebraciones y en el vestuario del equipo ganador se descorchara con gran bullicio y estruendo una botella de espumante brasilero, pero además de ser elemento principal para celebraciones, el champán ha superado su trauma de ser bebida de aperitivo o de postre para adentrarse como un vino más  para armonizarse con todo tipo de platos, y servido en grandes copas, no en esas flautas estrechas feas y  obsoletas.

El espumante como lo conocemos en Latinoamérica, se ha convertido en la bebida ideal para un maridaje vertical, es decir comienza en el aperitivo, se sigue en los platos y termina en la tertulia de la sobremesa.

El Champagne, espumante o cava es este vino tranquilo con burbujas, frio y aromático que combina con todo, bebida que se muestra vivaz y fresco, normalmente es cauto en su acidez sino y con una  mineralizad propia del terruño. Su potencia aromática va desde los clásicos cítricos a la fruta madura

En boca los rosarios de burbujas juguetean con las papilas gustativas para que la fruta generosa sostenida por una buena acidez de la alegría de este buen hacer, es ligero,  pero voluminoso y a la vez muy fin  en un marco de gran complejidad.

En Santa Cruz podemos encontrar desde los franceses como el MUMM que es el que los pilotos de F-1 descorchan en el podio o el festivo Perrier Jouet de la Belle Epoque.  Argentinos como el “María” de la Séptima o el chileno “Undurraga”.  No cabe duda que también los cavas catalanes están presentes en nuestra tierra y es fácil encontrar en los restaurantes cruceños el famoso CODORNIÚ.

Es un momento de celebraciones y el espumante no  puede faltar  en nuestra mesa, ya sea para brindar o para que juguetee en un maridaje vertical con los platos que pidamos en nuestra próxima cena.



No hay comentarios:

Publicar un comentario